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26 de febrero de 2008

Hoy te traigo...

En las últimas semanas he venido escuchando al inteligentísmo Presidente del Consejo de Ministros, Jorge del Castillo, repetir frases como "hay gente que quiere detener el coche del Perú", "no nos detendrán los radicales", "son los comunistas reciclados que se oponen al progreso". A lo mejor es porque la palabra progreso no tiene una sola acepción, y explicárselo podría causarle un descuajeringue mayor en su brillante cerebelo.
Si hay algo que caracteriza a la economía peruana de las últimas décadas es que las exportaciones han cumplido un papel medular en el crecimiento del producto. Y para exportar es necesario invertir. Eso no está en discusión. Creo que el tema subyacente es otro, y lo digo a riesgo de parecer "un comunista reciclado que se opone al progreso".
La tarea del Estado no puede estar desligada de la promoción de la inversión. Eso es lo que se supone que hace Alanito con sus viajes a España, y lo que se supone que hace Mercedes Araoz cada vez que se pone esas falditas deliciosas. Se supone que promueven la inversión, por tanto, el crecimiento. Pero hay algo que no han notado entre tanto entusiasmo: no se puede comparar la inversión extranjera con la inversión nacional, no se puede usar la misma pelota para jugar fútbol y tenis .
No es para nadie un secreto que la inversión extranjera teledirige sus proyectos a áreas como la minería, gas, telefonía, donde la demanda está absolutamente garantizada. La inversión privada nacional tiene que rebuscársela, buscar mercados, arrastrarse, rampar un poco, ensuciarse la camisa hasta encontrar el mejor detergente y cantar con Diego Bertie, pero nunca encuentra camisa nueva. Siempre el mercado. Siempre.
Otra clara diferencia está en el financiamiento. O el capital disponible. O como quiera llamársele. La inversión privada nacional, hablo específicamente de las innumerables pequeñas y medianas empresas, tiene serias restricciones de financiamiento, tanto por la inaplicabilidad de créditos como por las altas tasas de interés que los retornos de la producción no permiten pagar. ¿A alguien se le ocurre que puede pasar lo mismo con Telefónica o Majaz?
En consecuencia, es imposible pensar en una evolución sostenida de la productividad microempresarial mientras no se solucionen los problemas de fondo. Es imprescindible alentar el desarrollo y la expansión de mercados internos (carreteras, aeropuertos, colegios, centros de salud que reflejen la real presencia del Estado) y solucionar el problema del crédito, si es que realmente estamos interesados en proyectos de largo plazo que involucren a la industria nacional.
Promover la inversión requiere más que viajecitos y propagandas y TLC´s, que de hecho alientan la inversión privada extranjera. Pregúntome yo, ¿no sería acaso mejor alentar la inversión nacional, hacerla competitiva, teniendo en cuenta que gran parte de los trabajadores se encuentra en este sector y una proporción nada despreciable de ellos recibe sueldos por debajo del mínimo? Personalmente, no me siento identificado con las aseveraciones de Del Castillo. Su progreso, el que alienta su partido, no es el mío. Mientras tanto, podemos seguir cantando con Diego Bertie. Y quizás con Bayli.

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