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Se me hace imposible definir hace cuánto, tal vez por esta memoria inoportunamente descarriada, pero los días son distintos. Arrogarme la capacidad de definirlos únicamente como alegres o tristes es una atribución que no me corresponde. Los días son simplemente distintos. Siguen siendo lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo, pero son otros, son homónimos de los de antes, homónimos de ellos mismos. ¿Han notado que los "días de semana" terminan todos en "s" como si fueran plurales? ¿Será que acaso los "dias de semana" si son diferentes y los "fines de semana" son uno solo y para siempre? La práctica me ha llevado a pensar exactamente lo contrario, pero la realidad nos pone trampas tramposamente tramposas. La realidad no es lo que debería ser. Claro, la realidad es una sola, pero eso no significa que deba serla. ¿La realidad es una sola?

Decía que los días son distintos, distintos a los de antes, distintos entre ellos, distintos incluso a si mismos. Hoy, por ejemplo, es lunes, y tengo clases. Hoy, lunes, no tengo ganas de ir a clases. Hoy, lunes, muy probablemente iré a clases porque más tarde me van a dar ganas, porque este ciclo me gustan los cursos. Hoy, lunes, lunes se escribe con ele minúscula porque eso de los nombres propios resultó ser mentira para los días y los meses. Hoy, lunes, estoy bastante desorientado (iba a poner desorbitado, pero noté que eso significaría que lo usual es andar en órbita, con caminito hecho para dar vueltas y volver siempre a lo mismo algunos años después). Hoy, lunes, es de madrugada, casi tanto que pensé que era domingo. Hoy, lunes, es lunes de madrugada, mas o menos hasta las cinco, y ya después es lunes de mañana, y lunes de tarde, y lunes de tardenoche, y lunes de noche. Hasta que llega el martes que se confunde con lunes de noche si uno no está bien atento.

Decía, también, que los lunes tengo clases, todos los lunes, desde hace tres semanas, tengo clases a las dos de la tarde, pero los lunes son distintos entre ellos. Antes no. Antes eran todos iguales. Así hiciera cosas distintas, era idénticos. Mi clasificación particular sobre la igualdad o desigualdad de los días no depende de si uno hace las mismas cosas. Los días son iguales si aún haciendo cosas distintas te sientes igual. Los días son diferentes si aún haciendo las mismas cosas te sientes diferente. Y eso me pasa. Me siento diferente, siempre. Alegre, triste, enojado, violento, sereno, insociable, insaciable, incansable, cansadísimo, desesperado, esperado, atrevido, cobarde, terriblemente cobarde.

Cuando los días llegan a ser distintos uno se pregunta por qué carajo no son iguales, y te das cuenta que si así fuera podrías estar mucho mejor...o mucho peor. No habría ilusión para vivir sintiendo siempre lo mismo, creyendo siempre lo mismo, queriendo siempre lo mismo. No se trata de traicionar los ideales, sino de renovarlos, incorporarles esa gota de uno, inyectarles pasión, dolor, risa, muerte, vida. Esa es la palabra. Vida. Al fin y al cabo, todo es parte de ella, la muerte es tal vez su único pedazo inalienable. Si parece que estoy pensando en suicidarme lamento decepcionarlos. No se me había ocurrido, no es una buena opción nunca, salvo mejor parecer. Y hay mejores pareceres que lo confirman. Suicidarse es una buena opción cuando lo has perdido todo. Detesto informar que siempre queda algo, aunque sea la mierdita en corazón propio.

"Dicen que para reír no hace falta mirar atrás, y esta vez, para mí, tienen razón". Siempre Salmón, siempre. Sigue siendo lunes. Por lo menos aquí adentro. No me animo a salir por la ventana. Aún no. "Sueño con telarañas que cuelgan de mi". No sé si deba arrancarlas. Total, es sólo un sueño.