Business son business (Gracias Magaly)

No recuerdo exactamente cuando fue, pero tengo tres opciones, y espero que alguna pueda ser confirmada: un miércoles al mediodía, en el receso de Pobreza y Políticas Sociales que animosamente dicta Pedro Francke (un tipo preocupado eternamente porque los alumnos le entiendan y....le crean); un jueves a mediodía, mientras observábamos en el patio de la facultad una obra de Yuyachkani que representaba el drama de la violencia sexual contra las mujeres del campo durante la guerra entre el Estado y Sendero; y la tercera (y la más probable), un día cualquiera, en un momento cualquiera, pero eso sí, en la baranda del segundo piso de la facultad.

Probablemente Ben y yo hablábamos de cualquier cosa, probablemente de algo trascendente, probablemente no, probablemente nos reíamos bautizando a gente que no conocemos con nombres apropiados según lo que a nosotros nos parece, probablemente conversábamos sobre un tema interesante de la clase de Francke (pobreza, desigualdad, justicia social, etc.), probablemente ni siquiera hablábamos y sólo mirábamos el patio esperando que pase algo nuevo en un lugar tan monótono, pero la monotonía nos ganó el duelo. Y de la monotonía salió este tema.

"Oe" - le dije - "¿sabes?, me llega al pincho la gente que cree que se identifica más con el Perú o con los indios o con quién sabe qué sólo porque usan chompitas de lana con alpacas bordadas, o mochilas tejidas con diseños que a ellos les parecen 'nativos', te juro que me llega al pincho", mientras miraba gente adornada así, paseándose de un lado a otro con un cigarro en la mano, en un acto ciertamente repetitivo en una facultad en la que están metidos aspirantes a sociólogos, antropólogos, economistas y políticos.

"Sí pues, ¿no te has dado cuenta? Está de moda lo cholo", dijo Ben con el sarcasmo que lo caracteriza, pero que suele describir con precisión las cosas y cosas y cosas que pasan y pasan y pasan. Por algún motivo nuestra conversación terminó en ese instante, y tengo alguna certeza de que terminó porque no supe que decir, como usualmente sucede.

Hace algunos días recibí un comentario suyo en uno de mis artículos en el que me invitaba a escribir sobre ese tema inconcluso, y me tomó algunos días meditarlo, hasta que finalmente decidí hacerlo, aunque aún hoy tengo muchas ideas en la cabeza y no sé como ordenarlas, así que intentaré hacerlo mientras escribo.

Resulta que soy un prejuicioso del diablo: osea, no todos los que se ponen sus cositas 'ultraandinas' lo hacen porque creen que así revaloran la cultura andina, sino que también lo hacen otros simplemente porque es fashion pues, como dice Ben, lo cholo está de moda. Ahora, no se cuál de los dos es peor, o si realmente está mal que lo hagan, pero de algo estoy seguro: me llegan al pincho.

No sé si lo han notado pero últimamente los periódicos y los programas de televisión nos inundan con noticias de microempresarios exitosos, Tula Rodríguez jura que no se averguenza de haber sido vedette y que disfruta mucho con la popularidad de su salón de belleza, las miniseries de Frecuencia Latina sobre Chacalón y Néctar superan en rating a Magaly Medina, Inca Kola lanza propaganditas en las que tiene al CHULLO como elemento central, y así, mujeres anónimas que con esfuerzo y dedicación ahora son exitosas y tienen, a lo mejor, una fábrica de calzado, son el nuevo ícono de la sociedad peruana.

Lo cholo está de moda, señores, lo que no significa para nada que sea realmente valorado. Y ahí están los que no quieren quedarse atrás, así que anota los tips: lee a Mariátegui (pero no le creas), usa ojotas, come quinua (y kiwicha, si aguantas el asco), chaccha coca (ojo, dije chaccha), escucha Cholo soy (todos los volúmenes que puedas) y Miki Gonzáles, métete al curso de quechua que dicta insatisfacoriamente la PUCP pero no vayas a clases, viaja a Ayacucho, usa chompas de lana que tengan grabado al dios sol y al Inca que más te guste, pero eso sí, jamás, pero jamás, ni en broma, seas cholo pues, eso sí que no está de moda.

También están los que se pelean con los fashion, los que quieren ser cholos de verdad, los que ya llevaron todos sus cursos de realidad social y cuentos parecidos, éstos sí que ya se dieron cuenta de que los indios viven marginados y excluidos, que viven en la pobreza y que las cosas no pueden segui así...algo hay que hacer...¿pero qué? Ya pues brother, fácil, ¿manyas? Nosotros, que somos blancos, asumimos sus costumbres trogloditas, hacemos todas sus cholerías, entonces la gente nos ve y dicen oe mira, ese huevón es blanco pero actúa como cholo, debe ser porque los cholos también tienen sus cosas pues, y así se crea conciencia. Listo. Ya está. No se habla más. Los 'indios blancos' esperan ser el nuevo modelo generador de conciencia.

A partir de lo que he dicho (lo que no significa que todos sean así, pero a primera impresión me llegan al pincho), me he autopreguntado ciertas cosas, y creo que es aquí donde el tema económico sale a flote: ¿por qué está de moda lo cholo? No sé si tengo razón, pero mi respuesta es que está de moda porque es rentable. La gente en este país es, por lo general, chola. Hay que venderles lo que quieren pues, ponles la propaganda de Magia Blanca con la señora en falda lavando las camisas de su esposo en una batea amarilla, la gente se identifica, la gente compra. Es una estrategia de mercado. No estoy negando que existen otras estrategias, las excluyentes, las que exponen a niñitos de ojos verdes y rubios con el poto al aire. Seguimos siendo una sociedad racista, pero el racismo se va a la mierda a la hora de vender. Tengo que poner a un cholo en la tele para venderte, no importa, lo pongo, compra nomás.

Tengo más preguntas, pero prefiero que ustedes, si se animan, hagan algunas. Por lo pronto algo me queda claro: somos números. No importa si eres negro, blanco, cholo, chino o marciano. Eres un número que compra. Si no compras estás out. Tu cultura no me importa. Compra. Compra. Compra.