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17 de febrero de 2010

Sobre el salario mínimo, el capitalismo según A. Smith y el neoliberalismo de Waldo Mendoza

En las últimas semanas la discusión sobre el salario mínimo ha sido retomada por los macroeconomistas y los economistas laborales. Kurt Burneo ha hecho notar que la suma de dos salarios mínimos resulta insuficiente (y mucho) para cubrir los requerimientos mínimos de la canasta básica familiar, según los nuevos cálculos del INEI (Actualidad Económica, 03/02/2010). De otra parte, Humberto Campodónico, a través del análisis de la evolución del salario mínimo, ha mostrado cómo este ha ido perdiendo su valor real durante las últimas décadas (La República, 15/02/2010).
Incluso la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha señalado que el salario mínimo real peruano durante 2009 es inferior al promedio observado en los países de América Latina y el Caribe, y que este no ha sido reajustado desde enero de 2008 pese a que la inflación anual estuvo alrededor de 6%. Todo esto sucede pese a que en el Consejo Nacional del Trabajo (CNT) -conformado por representantes sindicales, empresariales y del Ejecutivo- se discutió, a pedido de la Central General de Trabajadores del Perú (CGTP), una “cláusula gatillo” para ajustar periódica y regularmente los salarios en función de la inflación, la que no fue finalmente aprobada.
En este artículo haré referencia a un par de citas extraídas de De los salarios del trabajo (“La Riqueza de las Naciones”, Libro I, Cap. 8) publicado por Adam Smith, padre del liberalismo económico, en 1776. He preferido hacer referencia a Smith para evitar argumentar desde una perspectiva keynesiana o marxista, lo que a algunos podría generarles reacciones alérgicas. Intentaré, tomando como referencia los argumentos de Smith sobre las relaciones de clase en las sociedades capitalistas, entender qué elementos subyacen a la situación de los salarios de la clase trabajadora peruana.
¿Qué explica, entonces, que el salario mínimo haya perdido 2/3 de su valor real entre 1974 y 2009? Smith afirma que “los salarios corrientes del trabajo dependen del contrato establecido entre dos partes cuyos intereses no son, en modo alguno, idénticos. Los trabajadores desean obtener lo máximo posible, los patronos dar lo mínimo (…) No es difícil, sin embargo, prever cuál de las partes vencerá en la disputa y forzará a la otra a aceptar sus condiciones (…) Además, en tales confrontaciones los patronos pueden resistir durante mucho más tiempo. Un terrateniente, un colono, un comerciante o un fabricante pueden, normalmente, vivir un año o dos con los capitales que ya han adquirido, y sin tener que emplear a ningún trabajador. En cambio, muchos trabajadores no podrían subsistir una semana, unos pocos podrían hacerlo durante un mes, y un número escaso de ellos podría vivir durante un año sin empleo”. El argumento de Smith es contundente: el proceso de acumulación capitalista y las relaciones sociales que se establecen en torno a él son las que generan las condiciones necesarias para que el sistema pueda reproducirse en el corto plazo, incluso con salarios bajos (o de hambre, como en el Perú).
¿Qué explica que la discusión en el CNT sobre el ajuste del salario mínimo no sea más que una cuestión formal? Smith no duda en afirmar que “para precipitar una solución (las uniones de los trabajadores) recurren siempre a grandes alborotos y a veces a la violencia y a los atropellos más sorprendentes. Están desesperados y proceden con el frenesí propio del hombre en ese estado, cuya alternativa es morirse de hambre o forzar a sus patronos a que, por miedo, cumplan sus exigencias. En estas ocasiones los patronos reclamen tanto como ellos y exigen la ayuda de los magistrados civiles y el cumplimiento riguroso de las leyes establecidas con tanta severidad contra la asociación de sirvientes, trabajadores y jornaleros”. Así, Smith afirma el carácter de clase del Estado: el sistema de acumulación del capital no sólo se reproduce a sí mismo y se hace económicamente viable en el corto plazo, sino que tiende a reproducirse también en el largo plazo a través de un aparato superestructural que legaliza social y políticamente el funcionamiento del sistema económico, aún cuando éste sea inviable económicamente para la clase trabajadora. El Estado defiende intereses, y “el cambio responsable” parece no jugar para los trabajadores.
Estas citas de Smith nos permiten entender mejor cómo funciona un mercado fundamental para el desarrollo del sistema capitalista -el mercado de trabajo- y también, al menos parcialmente, por qué la clase trabajadora peruana se encuentra en la situación en que se encuentra. La caracterización es clara: el capitalismo es un sistema al servicio de la acumulación de capital y crea las condiciones para que ésta suceda. El capitalismo neoliberal es su expresión más radical, es decir, su expresión más capitalista y menos obrera.
Como propone el profesor Félix Jiménez, es hora de retomar el debate que hace algunas semanas comenzáramos. Defender el neoliberalismo suena extraño, a menos que alguien crea que el objetivo de un sistema económico es tener cifras macroeconómicas en azul, en lugar de mejorar la vida de los trabajadores y sus familias. Por eso suena extraño que el profesor Waldo Mendoza defienda el neoliberalismo, cuando es la causa directa del estancamiento y de la pérdida de valor real de los salarios. Por eso y por muchos otros motivos que los pobres del Perú sabrán explicar mejor que yo.

1 comentario:

Gonzalo Tejada dijo...

Hermano, es seguro que nuestra economía se mueve así... unos crecen a costa de otros en una especie de canibalismo laboral.
A mi parecer, y con ayuda de las frases de Smith, has descrito el problema nítidamente. Ahora, en cambio, me gustaría que describas una posible solución o tal vez, cual sería tu actitud frente a este hecho actual.

Un abrazo.