La pobre Keiko Fujimori ha sido atacada por un mal destructivo, que la tiene y la mantiene en la peor de las crisis. Su padre, que por años gobernó el Perú a su gusto y antojo, ha sido puesto en cuarentena extendida a 25 años, por el grave riesgo que implica la enfermedad que lo aqueja, pues fue él quien al parecer contagió a su sobrealimentada heredera.
Sin embargo, el contagio de tan peligrosa enfermedad no ha detenido su crecimiento exponencial y se ha extendido y apoderado poco a poco de los cuerpos de Carlos Raffo (un publicista con rostro de borrachera sabatina y resaca dominical), Martha Hildebrandt (una lingüista a la que vida y la obstinación conservadora y racista le impidieron ser feliz), Martha Moyano (cuyo mayor mérito es ser la hermana de María Elena, dinamitada mil veces por los esquizofrénicos de Sendero Luminoso), Renzo Reggiardo (un NN que se dedica a perseguir a Manuel Burga, tan incapaz como él) y una tira de hombrecitos y mujercitas disfrazados, sin vergüenza, de naranjitas horripilantes exigiendo libertad para el enfermo, aquel que se encargó de contagiarlos a todos.
La peligrosa enfermedad que aqueja a Keiko Fujimori parece haberse apoderado también de su norteamericano esposo, quien ya muestra síntomas severos de ridiculez e imbecilidad. Kenji Fujimori, quien estudió en EEUU ganando su padre S/. 2200 y a quien el mal ataca desde siempre, se encuentra feliz de haber sido poseído por la enfermedad, y se esmera a diario en contagiar a su perro frotándose con él. Ni que decir de Santiago Fujimori, hermano del agente contaminante, quien repite argumentos primariosos a causa también de la enfermedad que lo ha sumido en la completa falta de razonamiento, científico y moral.
Resulta que este grupo de enfermos cuasi terminales ha decidido que para salvarse necesitan ganar una elección presidencial, lanzando como candidata a Keiko, contagiada a más no poder, quien además de los síntomas ya conocidos –llámense proclividad a la corrupción, al populismo, a la persecución política, a los mercados libres, entre otros- presenta un grave cuadro de estupidez (que sumado al de su esposo linda con el imposible). Y entonces han soltado su máxima de campaña: liberaremos a Alberto Fujimori, amo y señor de éstas tierras, hoy encerrado injustamente por habernos llenado a todos de miseria en los bolsillos y en el alma, por habernos contagiado ésta podrida enfermedad.
Y es entonces cuando el virus va mutando y se apodera impunemente de un montón de soldaditos color naranja, activando en ellos el gen de la enfermedad que siempre estuvo incubando pero que necesitaba un empujoncito. Y es así como los Jaime Bayly, los Federico Salazar, los Jaime de Althaus, los Nicolás Lúcar se van alineando a la cabeza de un grupo de contagiados cuya pobreza es aprovechada por los enfermos de siempre para enfermarlos también, para no sentirse solos, para ser enfermos privilegiados.
Y es así como un país se infecta, comiendo mierda, escuchando mierda, leyendo mierda.
1 comentario:
Te falto decir que Keiko parece un bidon de fanta con su polo de campaña...
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