Imitando la retahíla de odios de Beto Ortiz, me complazco en aborrecer casi todo. Odio las vacaciones. Las odio profundamente, porque sólo en ellas tengo tiempo para pensar en todas esas cosas que no debo pensar. Las odio más cuando coinciden con el verano, porque caminar puede convertirse en una lluvia de gotas de sudor emanando asquerosamente de ese laberinto de capas adiposas que recubren esta gloriosa musculatura. Odio tener el polo pegado al cuerpo, y odio a los que usan polos así todo el tiempo, anunciando que su rutina de gimnasio es agotadora, o que en algún momento lo fue. Odio el poserismo, y debo odiarme a mi mismo en algunas circunstancias, como ésta.
Odio a todo aquel que pide que baje el volumen, excepto a mi madre. Odio a quienes no comprenden, por algún desquicio, que la música no puede ni debe escucharse como en velorio. Odio a los que la melomanía los ha abandonado impunemente, y odio más a los que se atreven a emitir veredictos a partir de sus oídos atrofiados. Como dice Calamaro, "no se dice es mala una canción, qué temeridad acusar de maldad a una canción". Odio a los críticos. Odio a las disqueras que se guían por esas opiniones siempre subjetivas. Odio a todo aquel que combate la piratería.
Odio a Federico Salazar, a Cecilia Valenzuela, a Rosa María Palacios, a Jaime de Althaus, a Raúl Tola, a Aldo Mariátegui, al renovadísimo Perú.21 en la figura liberalísima de Fritz du Bois, a Ariel Segal, a Josefina Townsend, a la muy cándida Jessica Tapia, a Alejandro Guerrero, a Nicolás Lúcar, a Álamo Pérez-Luna, a Pedro Salinas, a Guido Lombardi, a Mónica Delta, a Roxana Canedo, a Gunter Rave, a Sol Carreño, a Mávila Huertas, a Pilar Higashi, a Pablo y a Pedro Cateriano. Odio a aquel que por gracia del destino sea capaz de amanecer al lado de Claudia Cisneros. Odio a quien nos oculta la verdad, a quien nos miente y a quien simplemente no la dice.
Odio ser hincha de un equipo tan mediocre. Odio tener que rememorar un título y un subtítulo que me son imposibles porque yo no estaba ni en planes (o quien sabe). Odio ilusionarme antes de cada partido, con cada gol (aunque sólo sea el del descuento). Odio festejar los triunfos, porque se que no sirven para nada. Odio que el equipo esté repleto de jugadores que bien podrían estar en casa reposando sus várices. Odio que la suerte de mi equipo sea casi la historia de mi selección. Odio el fútbol. Y me odio sinceramente, porque no puedo dejarlo.
Odio a quienes desprecian la política, y odio más a quienes la hicieron despreciable. Odio a Alan García, a Del Castillo, a Mulder, a Cabanillas, a Mantilla, a Alva Castro, a Aurelio Pastor. A Bedoya, a Lourdes Flores, a Xavier Barrón y a su portátil de jubilados , a Ántero Florez-Araoz, a Rafael Rey, a la conservadora Lourdes Alcorta, al mudo Castañeda. A Álvaro Gutiérrez, a Torres Caro, a Aldo Estrada, a Juvenal Silva. A los Fujimori, a todos, al asesino, a la gordita, al maricuete, a las Marthas, a Carlos Raffo, a la Cuculiza, a Renzo Reggiardo. A Montesinos, a Kouri (a los dos). Odio a Abimael Guzmán. Casi tanto como a Fernando Olivera, Rospigliosi y Toledo, todos juntos. Lamento odiar a Luciana León. Odio también a quienes buscan satisfacer sus masturbados apetitos personales a través de la democracia, a través del gobierno de las minorías atornilladas al poder. Por eso odio a tanta y tanta gente.
Odio ver niños en las calles y no en las escuelas. Odio que los niños que van a esas escuelas reparchadas no entiendan lo que leen, que reconozcan el hambre antes que los libros, que en los recreos jueguen a sacarse la mierda. Odio que nunca vayan a ser grandes profesionales, célebres personajes de enciclopedia. Odio que sólo la suerte pueda sacarlos de esa miseria, y odio que no hagamos nada para cambiar esa suerte que ha sido esquiva históricamente. Odio que la suerte de esos niños se construya desde arriba, y odio a aquellos que se han empecinado en construirla así para ganarse con alguito.
Odio el caché, la clase y a Frida Holler. Odio que nos preocupemos por saber con qué cubierto se debe comer cada cosa y que no nos preocupemos porque hay gente que no tiene que comer. Odio el Kentucky, el Bembos, el Mc Donalds, y odio que sus clasemedieras puertas de ingreso se abarroten de chibolos pidiendo comida, vendiendo Olé-Olé, arranchando celulares. Odio que esa insensatez se haya vuelto normalidad, que avancemos indiferentes, que no nos detengamos un segundo a pensar qué carajo está pasando y quién carajo lo permite. Odio seguir siendo parte de esa muchedumbre que vaga incólume en una procesión esquizofrénica.
Odio las clases a las 8 de la mañana, y odio más los comentarios estúpidos a las 8.10. Odio los monólogos profesorales, los sermones teóricos, el rigor del método científico. Odio la Econometría y los tests de significancia. Odio la verificación empírica, y la odio porque mi tesis va a ser una mierda si no encuentro más variables. Odio a todo aquel que presupone que estar del lado del pupitre genera un aura de verdad, una luz divina, un hálito de superpoderoso caballero y guardián de los secretos consagrados del paradigmático neoclasicismo. Odio la aceptación sumisa de los presupuestos. Odio la falta de cuestionamiento, la poca capacidad de reacción, la intolerancia a las preguntas, la severidad de la ciencia.
Odio, finalmente, entre muchos otros odios que aún odio revelar, la Navidad. Odio el amor hipócrita, la dádiva, las luces intermitentes que la anuncian desde las ventanas como hotel de 2 estrellas. Odio que la gente se quiera tanto por 24 horas, que se abrace y que se desee paz y felicidad, y que nunca nada de eso se cumpla. Odio andar comiendo unos panetones horribles, y tener que mirar al D’onofrio en las bolsas de supermercado de las señoras que pasean desbordando amor por sus cuatro costados. Odio que el guachimán de mi barrio tenga su rico panetonazo pero no una casaca y una caseta para el frío.
Odio tener que decir esto, pero odio no haber oído que tanto odio me va a matar.
2 comentarios:
Perro, tanto odio te va a matar :)
Sin embargo, me gusta tu post... es algo que ya leí antes... igual me gusta.
Es un odio compartido, pero si lo pones todo en un post.. ta mare... jode pe
Jaja, esto es tan tuyo... pero si ps hay tantas cosas que pueden joder como para odiar... pero ahora ya no odies tanto. Hagamos algo al respecto. Y suerte con las variables eh!
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