Encendí decididamente el televisor en busca de un poquito de nacionalismo deportivo, una declaración del aguerrido Guerrero, del veloz Farfán, del españolísimo Acasiete, del resfriado Butrón, del más españolísimo Chemo, del apático Pizarro, o en el peor de los casos del insoportable y fronterizo Machito Gómez. Quería llenarme de ilusión. Quería escucharlos mentir, quería que me digan que le vamos a ganar a Brasil, que somos locales, que la casa se respeta, que lo van a dejar todo en la cancha (a algunos les creo), que a Brasil se le respeta pero no se le teme. Quería ilusionarme, como siempre, como nunca antes. Quería sentirme peruanísimo e inundarme de orgullo sin motivos. No pedía más. Sólo una declaración de ánimo, de esperanza, una mentira que milagrosamente se haga verdadera, un sueño que sea sueño y no pesadilla.
Encendí decididamente el televisor en busca de un poquito de nacionalismo deportivo, un comentario esperanzador pero realista de Daniel Peredo, una frase llena de emoción saliendo de bajo el bigote de Beingolea, un discurso repetidísimo de Phillip Butters criticando al incompetente Burga que finalice con un ojalá le ganemos a Brasil, una conversación apresurada entre Gonzalo Núñez y Erick Osores y la sospecha fanática de alguno de que como sea ganamos, un emotivo mensaje lleno de fe proclamado por Gian Carlo Bachelli, era capaz de sonreir con el sobonsísimo Eddie Fleischman si es que se animaba a decir que sí, que tenemos argumentos para ganarle a Brasil. Quería ilusionarme, como siempre, como nunca antes. Quería sentirme peruanísimo e inundarme de orgullo sin motivos. No pedía más. Sólo un comentario de ánimo, de esperanza, una mentira que milagrosamente se haga verdadera, un sueño que sea sueño y no pesadilla.
Encendí decididamente el televisor en busca de un poquito de nacionalismo deportivo, y recordé a mi abuela llorando porque el Papa había muerto, a mis tías comentando que era una pena que la princesa Diana terminara así, a un profesor celebrando la colonización que nos trajo el catolicismo, a las cientas de personas que me dicen que TODOS los peruanos somos mediocres, a Alan sonriendo, a Fujimori gobernando. Sentí miedo. Sentí náuseas. Cientos de peruanos, que posiblemente mañana vayan al estadio, pidiendo a gritos un autógrafo Ronaldinho, una fotito señor Kaká, un besito Diego cuero. Eso era lo último que esperaba, baboseantes sujetos olvidando que Brasil es el rival, que somos hermanos pero que mañana y hoy y ayer y antes de ayer nuestra misión es estorbar, molestar, hacer sentir incómodo, joderlos un poquito. Quería ilusionarme. Me quitaron toda la ilusión. Toda.Todita.Toditita.
3 comentarios:
Arriba Perú!!! en el futbol nada esta dicho... la ilusion es lo ultimo k se pierde
aunque caigan miles de comentarios con palod y piedras...pero yo ya te he dicho...minimo 30 años para que haya razon de ilusionarse con la seleccion gonza... gente dejen de "asoquizarse"!!!!!
quise decir "masoquizarse"! Angie
Publicar un comentario