Efectos en Perú derivados de la actividad canadiense

A los que me leen con agrado, que son relativamente pocos, lamento informarles que mi dotación de tiempo se ha reducido inesperadamente, gracias, principalmente, a las locuras econométricas de un profesor recién llegado de Canadá (sí, Canadá, ese país donde la gente tiene la cabeza partida a la altura de la boca...veían South Park no?).

Y la verdad no es que me haya dedicado a estudiar, sino que le tengo tanto miedo que no me dan ganas ni de abrir el cuaderno, ni de escribir, ni de hacer nada, solo quiero llorar un rato, y ojalá me vea, para que se apiade un poco de mí y de toda la gente del salón, y deje de asutarnos tanto con sus rayadas en la pizarra y sus comentarios sobre nuestro desastroso porvenir en el curso, que finalmente derivará en nuestra ignorancia econométrica y económica (ya ven? es realmente preocupante, mejor me voy).

Ahora que lo pienso mejor creo que el mayor problema no es que el buen peruano-canadiense (que por cierto tiene frases memorables que ya me encargaré de reproducir) sea un desalmado y nos advierta constantemente sobre lo turbio del futuro de nuestras calificaciones y nuestra estupidez estadística y econométrica, sino que lo peor, pero lo peor, es que le tengo cierto aprecio, o mejor dicho, me causa simpatía, y no puedo odiarlo como quisiera.

Nunca me había sentido así, ¿estaré enamorado? ¿O tanto miedo le tengo?

Volveré pronto con artículos que espero sean interesantes, y si no lo son no importa, por ahora espero que me extrañen...aunque sea un poco.